Esta herramienta ayuda a las empresas a prever la situación ante hechos que pueden hacer descender la rentabilidad del negocio, así como buscar fórmulas para sostener la actividad y retomarla con solvencia tras un proceso de crisis es un mecanismo muy útil.
El emprendimiento empresarial es una decisión que ha de estar muy meditada. Además de contar con todos los recursos económicos, humanos, físicos y legales para que la nueva idea de empresa tenga éxito, también habrá que poseer unos conocimientos globales sobre las complejidades del mercado. No obstante, esta previsión y dotarse de herramientas que ayudan a las empresas a sostenerse ante una circunstancia adversa no es solo propia de las nuevas compañías, sino de las empresas en general.
Así pues, la globalidad, la gran competitividad y las nuevas guerras de unos mercados cada día más agresivos, obligan, por propia responsabilidad, a hacer que el tejido empresarial se haga con escudos y fórmulas que permitan respuestas solventes ante estas circunstancias. Tener, pues, un plan de contingencia es necesario y bastante efectivo.
Pero, ¿como establecer los parámetros del mismo? ¿Sirven los planes modelos para todo tipo de empresas? La respuesta es no. Sin duda, hay términos y estructuras de gestión que son comunes, pero lo más lógico es adaptar el Plan de Contingencia, no solo al sector al que se pertenece, sino a las propias características de cada entidad empresarial.
Previsión real y efectiva ante emergencias imponderables
Aunque el día a día suele fluctuar dentro de la normalidad, los mercados y los negocios en particular se pueden ver afectados por hechos fortuitos y circunstanciales. Es por eso que poseer un Plan de Contingencia estudiado, específico y amplio ayuda a tomar decisiones correctas en momentos complicados. Tener una herramienta a la que asirse en caso de caos o momentos difíciles puede ser lo que diferencia a una compañía del resto y que su supervivencia, por ende, sea una realidad gracias a esa previsión.
En resumen, esos son los fines reales de un buen Plan de Contingencia. Sin embargo, para que sea integral hay que tener en cuenta muchos parámetros. Razón, más que lógica, para contar con un equipo que analice las circunstancias del negocio, su solvencia, la capacidad de reacción, los recursos económicos, humanos y patrimoniales, así como los condicionantes físicos, ambientales, administrativos y mercantiles por los que pueden verse afectados. Todo ello, dará una buena visión de los campos en los que matizar, reforzar e implementar las herramientas.
Las fases de creación de un buen Plan de Contingencias
Existen varias cuestiones a tener en cuenta a la hora de consolidar un buen Plan de Contingencia. Por una parte, contar con los suficientes recursos, económicos, técnicos y humanos, para que sea efectivo y, sobre todo, actualizarlo a las nuevas necesidades que puedan ir surgiendo. Que sea una herramienta viva.
No obstante, existen una serie de fases de confección que suelen ser estándares y son las siguientes:
- Visionar escenarios: declarar unas políticas de contingencia, se trata de poner en un documento cómo se volvería a la normalidad ante una desviación del negocio.
- Cuál sería el impacto: conocer un análisis de impacto del negocio y saber las pautas de comportamiento económico que sufriría en una situación de crisis de cualquier índole.
- Clasificación de cada riesgo: esto es importante, no siempre las causas afectan a la misma parte de la estructura de un negocio, por eso, es importante conocer qué consecuencia tendría cada riesgo.
- Preparar a las partes: esto es fundamental, hacer partícipes a los empleados, los proveedores, los mandos intermedios y los diferentes departamentos.
Para finalizar, habría que tener la certeza de contar con un buen equipo de redacción y análisis de cada término del Plan de Contingencia. En ese sentido, existen equipos de gestión integrales que ayudan a cualquier compañía o industria a establecer los pasos más adecuados para dotarse de este elemento que aumentará su capacidad de respuestas ante situaciones adversas.